Es un imprescindible en Madrid si buscas un sitio para comer oreja y es un bastión que resiste ante los pokes, los NY rolls y toda índole de modas gastronómicas. Han pasado los años, el precio no ha subido, la calidad se mantiene y el comentario del periodista sería ahora contradictorio. La esquina de Eusebio es la representación canónica de la idea estética de bar. Hay veces en los que la línea que separa a un bar de un restaurante es muy fina. Ese espacio clave para que la sociedad y cultura madrileña converja. El sello de Hevia, ese grandísimo restaurante con solera, tan en línea con los tiempos a pesar de sus más de 50 años, y que a menudo olvidamos en favor de las aperturas de moda, es ya una promesa de que no va a fallar.
La Embajada de Embajadores
Muy seguramente la encontrarás llena de gente pero en La Chispera siempre cabe alguien más. Aunque también cuenta con hamburguesas, montaditos y pinchos de tortilla. Ni la lluvia suele impedir que la terraza de Los Chicos llegue a tener más gente esperando para sentarse que gente sentada.
Santa Canela
Es precisamente el reducido espacio lo que hace que haya poca intimidad y que la experiencia derive, fácilmente, en la socialización y la charla con el resto de los clientes del local. Al otro lado, todo madera y ladrillo visto, otra barra paralela y una diminuta mesa alta anclada en la pared ofrecen unos sitios adicionales para los clientes. Ya sea para disfrutar de un picoteo informal, acompañado de un vermut Zecchini o de la cerveza artesanal que vienen elaborando desde hace 10 años, o para una comida más relajada –con vinos por copas asequibles– en su coqueto comedor. Ahí están ingredientes como la piparra o platillos como el talo, además de postres tan de la tierra como el pastel vasco, para muchos el mejor de Madrid, o sus txakolís, la mejor pareja de baile posible para esa barra de pintxos en la que no faltan diferentes tipos de gildas. Este Chamartín es el barrio donde creció Juan Tena, uno de los socios junto a Nacho Aparicio y David Yllera, fundadores a su vez de Mama Campo. Con el primero ya asentado en Olavide dos años después de su apertura, resultaba una incógnita aventurarse tan arriba de la calle Serrano, en los aledaños de la nueva Costa Fleming.
- Encurtidos, latas de conserva, pinchos y vermut, lo que sirven no es nuevo, glamurizarlo sí lo es.
- Su barra es divertida, frenética, ¡cuántos miles de culos de vaso de caña la han besado desparramando su espuma!
- Desde bravas y croquetas a gyozas y tequeños, desde tacos de cochinita pibil a montadito de calamares o pepito levantino.
- Tabernas míticas, algunas coctelerías, templos de la cerveza (artesana), el vino (natural) y el vermut, sitios de moda, barras escondidas…
Taberna Almería
La carta cambia cada cierto tiempo, pero los clásicos permanecen. En su interior acogedor, donde destacan la madera y los carteles antiguos, se sirven pinchos y montaditos, para alternar entre tapa y vermut a hora del aperitivo. De hecho, es justo por la calidad de su cerveza y la perfección de sus cañas, por lo que se la conoce.
La música en directo, los sofás de terciopelo y las paredes de madera de este local de Malasaña acompañan las cañas, vinos y cocteles que sirven. Además, ofrece hamburguesas, pizzas y arepas entre otros platos, por lo que también es ideal para ir a comer o cenar, y dispone de un menú del día que los miércoles consiste en cocido vegano. Y el indicador que lo confirma es que con frecuencia encontrarás un grupo de gente esperando en la puerta de este local, situado en esa miscelánea de ambientes y negocios que es Noviciado. En Malasaña no escasean precisamente los lugares para tomar algo, pero precisamente por eso a veces es difícil elegir qué bares en esta zona de Madrid merecen realmente la pena.
Desde Barcelona, los bartenders (y empresarios) Marc Àlvarez y Juanillo Falcón desembarcan con fuerza en Madrid. Y eso es justo lo que ofrecen en esta casa donde lo vasco, cómo no, está muy presente. Llegó la oportunidad de un local imponente que en tiempos fue el Airport Tavern, pub irlandés de los mismos que regentaban las cantinas de Barajas.
Igual de polivalente, cómodo y receptivo al público ecléctico, igual de bar. Brilla restaurado el cartel original del Candela, esquina con la calle Olivar, como las sillas de enea hechas a mano, donde se sentaron todos, sarria barcelona comida o el suelo hidráulico de damero blanco y verde que todavía recordamos del primer videoclip de Ketama. Nombres habituales de la noche y los locales de moda, ningún novato.
Barras imprescindibles: nuestros 50 mejores bares de Madrid
Un local de 300 metros cuadrados entregados al destilado más bebido donde conocedores e iniciados encuentran su lugar. Si se llena, cosa que puede suceder fácilmente, el espacio puede resultar ciertamente ajustado. En este interior llegan a sentarse unas 7 u 8 personas, siendo un total de 9 o 10 las que admite el local si parte de ellos toman su vino de pie. Los amantes del taberneo y lo castizo están de enhorabuena porque, desde hace un mes, tienen una nueva casa de comidas en Madrid a la que acudir recurrentemente. "Es un espacio para mentes inquietas que tengan afinidad por el arte, la música y la coctelería".
